
El uso de pantallas y tecnología en la vida de niños y adolescentes se ha convertido en uno de los principales retos para las familias actuales. Para abordar este fenómeno con criterio y realismo, conversamos con Fernando Ros, director de formación del Colegio Yorkín y docente con más de 15 años de experiencia, quien además enseña cursos como robótica y programación.
Ni buenas ni malas
Según Ros, las pantallas no son intrínsecamente buenas ni malas: “Todo depende del uso que se les dé”. Pueden ser herramientas valiosas para compartir en familia o buscar información, pero también pueden convertirse en una fuente de ansiedad y distracción si no hay límites claros.
“El problema es que muchos niños aún no desarrollan la capacidad de autorregulación, y si a los adultos ya nos cuesta, para ellos es aún más complejo”, explica.
La pantalla como “niñera digital”
Uno de los mayores riesgos es el uso de las pantallas como recurso inmediato para calmar berrinches o llenar momentos de aburrimiento. “Cada vez que usamos una pantalla para callar a un niño, perdemos la oportunidad de enseñarle a manejar sus emociones”, advierte Ros. Esto también afecta otros aspectos esenciales del desarrollo como el juego libre, la lectura y la socialización.
Primer celular
Fernando Ros señala que entregar un celular por primera vez cambia la dinámica familiar, por lo que no debe ser una decisión improvisada. “Ese momento debe ir acompañado de reglas claras y acuerdos en familia”.
Entre sus recomendaciones están:
- Retrasar lo más posible la entrega del primer celular.
- Establecer límites firmes y constantes de uso.
- Activar controles parentales y saber qué consumen los hijos en línea.
- Evitar el uso de pantallas antes de dormir.
- Firmar acuerdos escritos entre padres e hijos.
Tecnología con propósito
No se trata de eliminar la tecnología, sino de usarla con intención. Ros sugiere fomentar actividades digitales con propósito como ver una película juntos, hacer videollamadas con familiares o investigar temas educativos.
“El problema es el uso excesivo y solitario, especialmente de contenidos que sobreestimulan, como reels o shorts”, indica. Y recuerda: saber usar un dispositivo no significa tener criterio para hacerlo bien.
¿Qué pueden hacer los padres hoy?
El ejemplo de los padres es fundamental. No se puede pedir a los hijos que desconecten si los adultos viven pegados al celular.
Además, su consejo final es claro: “Retrasen lo más posible el primer celular. Y si ya lo tienen, comiencen hoy a poner límites. No lo hagan solos: hablen con otras familias, hagan red. Esa alianza entre padres es lo que realmente marca la diferencia”.
Desde ADEC, reafirmamos nuestro compromiso con una educación integral que acompañe a las familias en este y otros desafíos. La tecnología puede ser una aliada, pero nunca sustituirá lo más importante: el tiempo, la mirada y el amor de una familia presente.