Menos pantallas y más juegos de mesa en casas y centros educativos

En la era digital, cuando las pantallas dominan gran parte de nuestro tiempo y atención, los juegos de mesa en familia emergen como una alternativa valiosa para el desarrollo integral de niños y adultos. Más allá de ser una fuente de entretenimiento, estos juegos ofrecen oportunidades para cultivar virtudes, valores y habilidades cognitivas esenciales.

Los juegos de mesa no solo entretienen, también educan. Al participar en ellos, los jugadores desarrollan habilidades como la paciencia, la empatía, la toma de decisiones y la resolución de conflictos. Por citar algunos, juegos de mesa como el Rummy requieren habilidades numéricas y estratégicas, mientras que el Scrabble potencia el vocabulario y la ortografía. Juegos de estrategia como Catan enseñan planificación y pensamiento. Apelar al costo económico para no adquirirlos no es de recibo porque fácilmente se pueden conseguir por un costo que no sobrepasa los €10.000.

El mundo laboral exige hoy a todos, en especial a los más jóvenes, habilidades de negociación, cooperación, reconocimiento de patrones, planificación a largo plazo, comunicación efectiva y trabajo en equipo. Un autor muy destacado que desarrolla este tema es Howard Gardner, reconocido por su Teoría de las inteligencias múltiples. En varios de sus trabajos especialmente en Five Minds for the Future (2007) Gardner sostiene que el mundo contemporáneo exige el desarrollo de las habilidades mencionadas para tener éxito en el entorno laboral y social del siglo XXI. Argumenta que las organizaciones y los sistemas educativos deben fomentar estas capacidades desde edades tempranas para preparar a los jóvenes para un entorno laboral dinámico y complejo.

Ante este panorama, me asaltan una serie de preguntas: ¿estamos enseñando estas habilidades en las aulas y en casa? ¿O seguimos enseñando igual, apegados a esquemas didácticos excesivamente magistrales propios del siglo XIX? ¿Estamos en las familias dilapidando tiempo valioso en maratónicas jornadas de streaming o pegados a las redes sociales?

Catherine L’Ecuyer, experta en educación y autora de Educar en el asombro, enfatiza en la importancia de la presencia activa de los padres en la vida de sus hijos; destaca que compartir tiempo de calidad en actividades lúdicas (como los juegos de mesa) fortalece los lazos familiares y proporciona un entorno propicio para el aprendizaje de valores y virtudes.

Aprender a través del juego. La gamificación, o el uso de elementos de juego en contextos educativos, ha demostrado ser una herramienta eficaz para mejorar el aprendizaje y la motivación de los estudiantes. Carlos García Junco, experto en Pedagogía, señala que «la gamificación educativa puede ser una herramienta efectiva para fomentar la inclusión y el trabajo en equipo entre los estudiantes».

Desde nuestra óptica, un camino educativo hoy es que, junto a los omnipresentes libros de texto (que para nada son indispensables), los lápices, los cuadernos y las pizarras, se facilite el acceso curricular a un juego de ajedrez, Scrabble, Rummy o, por qué no, un viejo conocido del ambiente costarricense como Gran Banco, una forma sumamente amena de fomentar el aprendizaje sobre finanzas básicas, habilidad esencial para una vida estable en el tema del manejo del dinero.

El uso excesivo de dispositivos electrónicos ha sido asociado con diversos problemas en niños y adolescentes, incluyendo dificultades de atención, problemas de sueño y menor interacción social. L’Ecuyer advierte sobre los riesgos de la sobreexposición a las pantallas y aboga por un retorno a actividades más sencillas y humanas, como los juegos en familia.

Es claro que la incorporación de este tipo de herramientas en la casa y en el aula no resolverá per se los graves problemas actuales de nuestro sistema educativo, pues esto depende de muchas variables. Sin embargo, es importante que las autoridades educativas y los padres de familia reconozcamos el valor de estos momentos compartidos y les demos prioridad en actividades que enriquezcan la vida de sus miembros. Al hacerlo, no solo estaremos educando en conocimientos, sino también en virtudes que perdurarán toda la vida.

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